-"¡Cómo me gustaría que te murieras, mamaíta!".
Se le regaña, pero Teresa se excusa con un gesto de extrañeza y dice:
-"¡Pero si es para que te vayas al cielo; tú misma dices que hay que morirse para ir allí!".
Su madre se pone enferma y son exiliadas las dos pequeñas: Celine y Teresa, a casa de una amiga, todo el día. "No es como mamá", se lamenta.
Una tarde se las llama para que asistan a la extremaunción. "Todavía estoy oyendo los sollozos de nuestro pobre padre", escribe Teresa veinte años después.
Al día siguiente el pobre papá toma en brazos a la pequeña: -"Ven a darle un último beso a tu querida madrecita". Y la huérfana da su último beso en la frente de la madre.
Después del entierro, las cinco niñas se juntan en la casa vacía y se miran. Una criada se conmueve al verlas tan pequeñas y tan solas: -"!Pobres pequeñas! ya no tenéis madre".
Celine se arroja en brazos de María: -"¡Tú serás la mamá!".
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Teresa va a hacer lo mismo pero ve a Paulina. ¡Paulina no va a tener una hijita que la consuele! -"Para mí, mamá será Paulina".
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