-"Habla", le susurra su hermana.
Teresa pasa y el Papa le tiende la mano. Dentro de un segundo será demasiado tarde y todo habrá acabado.
-"Santísimo Padre, tengo que pedirle una gracia grande":
"Permitidme, en honor de Vuestro jubileo, entrar en el Carmelo a los quince años".
"Santísimo Padre, si Vos decís que sí, todo el mundo lo querrá tambien".
El la mira fijamente. -"Entrarás si Dios lo quiere".
Cuando Teresa va a hablar nuevamente, dos guardias la retiran. El Papa la sigue largamente con la mirada.
Teresa regresa a Francia. Ha fracasado.
Pero esa palabra desoladora es tambien profética.
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A partir del día en que el Papa le dijo: "Si Dios quiere" aprenderá a sustituir lentamente en ella misma su propia voluntad por la voluntad de Dios. Renunciará a sus sueños para no hacer en el mundo mas que lo que quiera Dios.
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