astro que guía mis pasos.
Tu dulce rostro, Jesús,
bien lo sabes,
es en la tierra mi cielo.
Mi amor descubre el encanto
de tu rostro embellecido de llanto.
Y a través de mis lágrimas yo sonrío
contemplando tus dolores.
Quiero, para consolarte,
vivir ignorada y sola
aquí en la tierra.
Tu hermosura,
que tan bien sabes velar,
me descubre
todo su inmenso misterio,
y a ti quisiera volar.
Tu faz es mi sola patria,
ella es mi reino de amor,
es mi riente pradera
y mi sol de cada día.
Ella es el lirio del valle,
cuyo aroma misterioso
a mi alma desterrada
en su destierro consuela,
dándole a gustar la paz
de los cielos.
Es mi descanso y dulzura
y mi lira melodiosa...
Es tu rostro,
¡oh mi dulce Salvador!,
el ramillete divino
de mirra, que guardar quiero
prendido sobre mi pecho.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgouPm5ePcocAPPS6bbkn3oPIi_RuumoSUTwVjRuM5oIyich2BZHh3cGI5pXFmwzyM60wdmkV7f9MPtqCyyMgQklin3TzB0bAMnM8VHR7KXGogcSrc5sr95vle_VNwacRis838xQAOguoM/s320/restaurado.jpg)
Es tu faz
mi única y sola riqueza,
ninguna otra cosa pido.
En ella, escondida siempre,
a ti me pareceré.
Deja en mí, Jesús, la huella
de tus dulcísimos rasgos,
y muy pronto seré santa,
y hacia ti los corazones
atraeré.
A fin de poder juntar
abundante mies dorada,
con tu fuego quémame.
No tardes, Amado mío,
en darme tu eterno beso.
¡Con tus labios bésame!
Fecha: 12 de agosto de 1895. - Compuesta para: sor María de la Trinidad
(entonces María Inés de la Santa Faz), para sus veintiún años. -
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