jueves

14. sorpresas en Italia

Teresa quería comulgar no solo en la basílica, sino tambien en la misma casa de la Virgen, lo cual está prohibido. Se retiran los peregrinos pero ella y su hermana se dirigen hacia la casa santa y ¡providencial!, un sacerdote, por privilegio especial, se dispone a celebrar la Misa. Teresa expresa su deseo. El sacerdote pide dos sagradas formas y las dos niñas, las únicas entre las demás personas, comulgan donde Teresa quería.


En Roma visitan el Coliseo y Teresa se ha propuesto besar la tierra sagrada, pero la arena está a ocho metros de profundidad. Ella, testaruda, busca un paso, lo encuentra y arrastra a Celine; bajan. LLegan al fondo del foso y encuentran la piedra en forma de cruz que señala el lugar de los martires. Teresa puede besar, como se había propuesto, el polvo de sangre seca de los primeros cristianos.

Las ven y las regañan, pues habían podido matarse.

En el fondo el señor Martín no puede ocultar un cierto orgullo ante la audacia de su pequeña reina.

En las catacumbas Teresa y Celine, a escondidas, se tienden sobre la tumba de Santa Cecilia y hurtan un poco de tierra.


Y en la iglesia de Santa Inés se desprende en el momento que pasan ellas una pequeña piedra de marmol rojo.

Teresa ya tiene la reliquia de la santa cuyo nombre lleva en religión su hermana Paulina.

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