jueves

15. su pequeñez

En la iglesia de la Santa Cruz les enseñan a los peregrinos fragmentos de la cruz. Teresa se las arregla para quedarse detrás de los demás y pregunta al monje que custodia las reliquias si puede tocarlas.
-"Sí". Le contesta, pensando que no alcanzará.
Pero ella introduce su delgado dedo por un agujero del relicario y puede tocar el clavo de Cristo.

Por primera vez hace uso del privilegio que marcará su existencia: su pequeñez.

En Florencia, ya de vuelta, será ella quien podrá pasar su mano entre las rejas de la tumba de Santa Magdalena de Pazzi, para depositar sobre la piedra los rosarios de los peregrinos.

Pero el gran acontecimiento del viaje es la visita a su Santidad León XIII. Teresa se ha propuesto hablar con él. Después de la misa, el Papa recibirá a los peregrinos.

El señor Martín pasa entre los primeros bajo la mirada de Teresa que, según acostumbra, se halla entre los últimos. El P. Reverony presenta al Pontífice el padre de las dos carmelitas y el Papa, "en señal de benevolencia", posa su mano sobre la cabeza del anciano.

Para Teresa, su padre acaba de ser "marcado con un sello misterioso, en el nombre de Cristo". Más tarde comprenderá de que clase de sello se trata.

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