jueves

16. entrada en el Carmelo

-"¿Te gustaría ir hasta Jerusalen?", le propone su padre.

Ella rehúsa. Quiere regresar a Francia, ya ha visto bastante. ¿Decepcionada? ¿Desanimada?. En absoluto: Fortalecida.

Algunas semanas más tarde recibe la carta de la Madre María de Gonzaga, que escribe: "Monseñor autoriza la entrada inmediata". Pero es la propia Superiora quien manifiesta que no recibirá a Teresa hasta después de Cuaresma. ¡Ella que quería entrar en Navidad! Había ido a Roma para conseguirlo. A sus ojos ese retraso es un desastre, pues conoce el valor del tiempo.

Su padre le trae un corderillo, rizadito, pequeñito, pero el pobre animalito no vive más de una semana.
Le cavan una fosa y extienden su cuerpecito. Teresa no quiere que la tierra lo manche y lo cubre con una capa de nieve, como si fuera un sudario.

Esa muerte, ese misterio del inocente proyecta una sombra en su pensamiento:
"¡Pobrecito -le escribe a María. ¡Apenas nacido, ha sufrido y luego ha muerto!". "No sabes cuánto me ha hecho reflexionar la muerte de ese animalito... Solo lo que es eterno nos puede contentar".


El lunes 9 de abril de 1888, una niña de quince años atraviesa por primera vez, desde la fundación de la Orden del Carmelo, la reja firme que la aleja de su niñez.

Teresa ha "renunciado para siempre a la felicidad de correr por el campo esmaltado por los tesoros de la primavera".

Se ha hecho "prisionera a los quince años".

Todos se asombran y murmuran: "No podrá soportar la Regla. ¡No lo resistirá!"



Una religiosa que en esa época era maestra de novicias escribe: "Desde su llegada, la Sierva de Dios sorprendió a la comunidad por su compostura, impregnada de una especia de majestad que no se esperaba de ella ni de lejos".

Y la Madre Inés confirma este testimonio: "Las hermanas, que en su mayor parte, no esperaban ver más que a una niña corriente, se sintieron sobrecogidas de respeto ante su presencia. Tenía en toda su persona algo tan digno, tan resuelto, tan modesto, que yo misma quedé sorprendida..."

La niña se instala en su nueva vida; realiza su sueño ¡Por fin tiene un desierto!
"Todo en el monasterio me pareció encantador! Me creía transportada a un desierto".

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