jueves

21. La muerte de su padre

Un hombre de negocios va a él para que firme una renuncia general para la administración de sus bienes. Para el anciano esto es una humillación suprema. Tiene un momento de dolor y de rebelión. Luego se resigna, se humilla y acepta. Firma el documento que lo clasifica -vivo todavía- entre el número de los muertos.

La parálisis va minando su mente día a día. La sombra invade cada vez más su inteligencia. Ya no se trata de fugas. Los miembros inferiores se niegan a servir.

Por lo menos esto permite a Leonie y a Celine sacar a su padre de la casa de salud para volver a tenerlo con ellas.

Dos días después de esta liberación lo llevan al convento para que vea a sus queridas hijas carmelitas. Y una vez más, a consecuencia del shock, su pobre inteligencia se despierta. El señor Martín reconoce a su pequeña reina... Recuerda y llora, y, recuperando un supremo resto de lucidez, el anciano levanta la mano y llorando señala el cielo a Teresa, diciendo: "En el cielo..."

Se lo llevan. Teresa no volverá a ver a su padre. Intuitivamente comprende con su corazón de poeta el sentido del gesto de León XIII cuando pasó la mano por esa cabeza. Eso es lo que aquel gesto quería decir. El calvario que sin saber anunció.

Y se acuerda tambien Teresa de la visión que tuvo en los Buissonnets: la sombra de su padre atravesando el jardín, avejentado, encorvado, lento... llevando en la frente un velo.

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